top of page
  • Writer's pictureSofía Acosta

¿Qué tan honestas somos?

Me costó mucho escribir este blog. Últimamente, he tenido mi mente inundada de pensamientos de todo tipo y emociones que se contradicen y después, hacen sentido.

Al principio, pensé en escribir sobre lo que vamos a platicar en el primer episodio, sobre Ricardo, mi novio, y lo que hemos hecho para llegar hasta aquí.


Pero creo que ese blog puede esperar. Aunque, después de que escuchen el podcast, se darán cuenta de que no siempre fui honesta.


Entonces, me gustaría empezar por ahí. Por la honestidad.

Por eso, este blog se va a tratar sobre lo que significa ser honestas... con nosotras mismas.


El revoltijo de emociones y pensamientos que he sentido va de la mano con el nivel de honestidad que estoy sintiendo. Una cosa lleva a la otra, y, las dos, están agarradas de las manos. Para mí, todo comienza cuando estoy sola: sentada en mi cuarto, empezando a leer un libro, caminando por las tardes, cuando me meto a bañar o cuando desayuno o cocino.


Esos pequeños momentos en los que estoy sola, mi mente deambula por lugares desconocidos y se sitúa ante un espejo y, en el reflejo, me encuentro yo.


Y me veo y me reconozco. O me veo y me asusto. Porque a veces, enfrentarte a tus pensamientos significa que no te puedes esconder más. Que están ahí y que seguirán ahí hasta que no les hagas frente. Muchas veces, o más bien, casi siempre, nos gusta evadirlos. Nos gusta escondernos bajo la manta y dejar de recibirlos.


Hay veces, que ya no podemos hacerlo. Que ya no podemos escondernos. Y, ¿qué sucede cuando tenemos que enfrentarnos a ellos, a los pensamientos? Cuando ya no existe cabida para ocultarnos en lo más intrínseco de nuestro ser, porque el mismo ser te dice que lo tienes enfrente y que no hay vuelta atrás.


En ese momento, me topo con la honestidad. Y, ¿qué hago cuando sé la verdad?

Hace algunos días la encontré mientras subía el cerro, entre el sol que se asomaba a lo lejos, mientras agradecía el aire fresco y sudaba y subía, ahí estaba ella: la honestidad.


Esa honestidad a veces no la hacemos presente porque nos da miedo-- por lo menos a mí me da muchísimo miedo-- que no pueda recibirla en mi realidad. Cuando eres honesto contigo mismo, ese pensamiento, esa auto-realización, la haces parte de tu vida y sale a la superficie y toma vida misma.


Ese día, mientras subía el cerro, vi mi reflejo, vi que tenía que ser honesta, y deje de tener miedo. Ahora, después de haber dicho esas palabras en voz alta, acepté que esa decisión que tomé es parte de mí. Por ratos, me sigue asustando, y la recibo con cautela, pero, por lo menos, en estos últimos meses, he aprendido algo.


He aprendido a ser honesta... conmigo misma.



309 views0 comments

Recent Posts

See All

Comments


bottom of page