top of page
  • Writer's pictureMónica Bulnes

Que se rompa todo

Tengo un nopal que compré hace un año cuando me mude al departamento donde vivo ahorita. Era un nopal hermoso, grande, que me hacía sentir que tenía un pedacito de paisaje choyero adentro de mi casa. Compré una maceta de barro gigante y lo puse cerca del mi ventanal. El día que lo fui a comprar había sido un día muy difícil y cuándo ando chilloncita se me antoja ir al vivero. Fue el mismo día que le dije al marinero que lo mejor para los dos era que ya no hablemos y que nos bloqueemos de todas las redes. “Como to quieras, respeto tu decisión” contestó. Se terminó de romper mi corazón e hice mi primer cita con la psicóloga. Fue un día importante.


A partir de ese día, cada que le salía un brote nuevo a mi nopal querido lo relacionaba con aquella decisión. Difícil y dolorosa pero con un poco de esperanza que tarde o temprano dejaría de doler tanto. Y así brote tras brote, creció mi nopal y crecí yo también. Se veía espectacular en su maceta de barro y me lo chuleaban muchísimo mis visitas.


Con el paso de los días el nopal se convirtió en un mueble mas. Compré muchas plantas. Colgué cuadros. Pinté paredes. Habité mi espacio y aunque probablemente ya no me regresen mi depósito, convertí este lugar en un hogar con mi cachito de la Baja en una esquina. En el sol, siempre.


Un sábado después de terapia mientras regaba todas las plantitas (mi rutina favorita) me di cuenta que tenía plaga. Entré en pánico como buena señora de las plantas y busque remedios en el internet. Le marqué a mi abuelita para que me aconsejara pero por mas menjurjes, mi nopal estaba bien enfermo. Hasta que poco a poco se le fueron cayendo las pencas y se quedo muy pelón. Según ya le había quitado la plaga y no me explicaba por qué se estaba muriendo hasta que me salió un Tiktok que me aconsejó que revisara las raíces.


Me puse mis overoles de jardinera y con una palita comencé a explorar la tierra pero me enfrenté a un problema muy extraño. La tierra estaba dura como cemento. Desesperadamente, pique y pique con mi pala pero la tierra no se movía. ¿Cómo era posible que no me haya dado cuenta? Seguro tenía meses sin recibir agua en las raíces. Lo había cuidado con tanto cariño pero algo andaba mal.


Esa época de mi vida había sido un subibajas. Tenía meses trabajando en una estación de radio local que me tenía apasionada con el proyecto de establecerla como plataforma digital. Tenía meses viviendo un duelo que un día me tenía viviendo la vida loca, riendo con mis amigas y otro tirada llorando sin poder levantarme. Meses que un día me veía en el espejo y veía una persona increíble, merecedora de todo y otro que me volteaba para lavarme los dientes porque no me quería ver pero en general, sentía que me estaba moviendo hacía adelante aunque tenía rato sin ver brotes.


Me di cuenta que para rescatar a mi nopal tenía que romper la tierra que parecía cemento y en un palazo se rompió la maceta. Me pesó en el corazón, la maceta estaba hermosa. Recuerdo estar sentada en el piso de mi terraza pensando ni modo, es la maceta o es el nopal.


Que se rompa la pinche maceta, decidí.


¿A qué va toda esta gran metáfora del nopal y la maceta, Mónica Paola? Escribir un blog acerca de una planta es otro nivel de aseñorarme, yo sé. Pero está relacionado, se los prometo.


Recientemente, me di cuenta que he estado viviendo con el miedo de que se me rompan las cosas. Que hay veces qué camino de puntitas por no molestar a nadie, por no perder a nadie o por evitar conflicto sacrificando mi crecimiento. Amaba mi trabajo, amo a mis colegas y creía muchísimo en lo que estaba haciendo pero un día, se me empezaron a caer las pencas a mi también. Me estaba sofocando. Y la vida me puso en frente otra maceta, una palita y me dijo dale en la madre. Y lo hice, porque no me quedaba de otra. Era la maceta o yo. Y no estaba lista pero tenía meses sin ver mis raíces.


La vida sucede cuando te deja de importar que se rompa lo que se tenga que romper. Estoy aprendiendo a soltar ese miedo. Claro que sentí tristeza cuando vi los pedazos de barro en el piso, cómo me esta doliendo dejar un lugar que me hizo feliz un tiempo. Pero mas tristeza me dieron las raíces de mi nopal moribundas y mas tristeza me di yo atorada en un lugar donde no podía crecer mas.


He tenido que cuestionarme que tipo de persona quiero ser. Parece ser el dilema de los veintes, no dejo de conocerme, reinventarme, de convertirme en yo. Enjuagué las raíces de mi nopal para trasplantarlo a otra maceta (ahora de plástico porque ya no había presupuesto para una de barro, Home Depot patrocíname mi blog plis) con las manos todas espinadas porque con todo y miedo, cuidadosa nunca he sido. Y barrí lo que quedaba de la maceta.


Siento que esta semana se me ha roto el corazón como siete veces. Fueron varias las macetas.


Volví a ser la morrita que lo primero que hace al despertar es llorar. Pasaron muchas cosas muy rápido y vivo con un sentimiento de que se me esta olvidando algo. No pasa nada, así se sienten las rupturas. Porque la gente va y viene, pero regresan los que tienen que estar. Hay cosas que no se pueden romper. Algunas otras cosas se tienen que hacer pedazos y no queda de otra más que agradecer cuando la vida te pone la pala en la mano y te dice:


Rómpelo todo.









PD. Nopi el Nopal ya esta mucho mejor, por si llegaron hasta acá. Gracias por leer.

192 views0 comments

Recent Posts

See All

Opmerkingen


bottom of page