Es rarísimo tener esperanza.
O bueno al menos para mí. De repente voy caminando muy rápido y como que se me olvida que existe eso: La esperanza.
Y a lo mejor no es que la haya perdido, simplemente no la tenía presente.
Esa es otra, de repente crecí, fui adulta y dejé de estar presente. Por eso cuando era niña disfrutaba más, sabía estar presente y no es que supiera porque alguien me enseñó, simplemente así nacemos y no sé en qué momento lo desaprendemos.
Lo desaprendí muy pronto.
En este 2021 me he sentido presente.
El 2020 me enseñó que podemos perder todo, podemos estar encerrados, pero lo importante es estar. Estar presentes con nosotros mismos, tenernos paciencia, comprensión y ternura.
Ya sé que el 2021 lleva un suspiro de vida, que decir que hay esperanza suena como algo lejano, que si nos ponemos a leer las noticias… hay de todo menos esperanza.
Pero pues no sé, arrancó el 2021 y sentí esperanza, algo sentí que cambió en mí, como que se acomodó… así como suena, chance fue algo de los astros —cosa que no podría confirmar porque lo único que sé de eso es que soy Tauro—.
El chiste es, hoy puedo decir que me siento presente, que me siento con esperanza, que sí hay momentos oscuros puedo entender que solo son eso: momentos, y que si le sigo chingando pasan.
Sin darme cuenta aprendí a sentir esperanza, no la tengo siempre, pero ahorita la siento, ahorita siento que puedo hacerlo.
De repente me acuerdo de algo del pasado y me quedo ahí un ratito, de repente.
Y a veces lloro y puedo entender que en un rato voy a dejar de llorar, que las lágrimas no son eternas y no tienen que serlo.
¿Que a lo mejor hoy estoy teniendo un buen día y vaciando eso en este escrito? Sí.
¿Que a lo mejor mañana me siento de la mierda y piense que se está acabando el mundo y yo con él? También.
Qué bueno que estoy escribiendo hoy y no mañana.
Les dejo esta rola para que la disfruten, para que cierren los ojos y realmente la escuchen, tengan un bonito día y bonita vida.
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