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  • Writer's pictureMónica Bulnes

Entre Obras y Sombras

“Quiero que pienses ¿Qué pasaría si nunca tienes una relación?" dijo mi psicóloga. Le di un sorbo a mi café y me di cuenta que estaba tibio. Mi sesión de terapia tomó un giro inesperado, como siempre. Cuando empezó le dije a Tere que no sabía si en esta ocasión me iba a deschongar o si me iba a poner una estrellita en la frente como suele suceder después de alguna decepción amorosa. ¿Que pasa si nunca encuentro a alguien? “No me contestes ahorita. Quiero que de verdad lo pienses.”  


La verdad es que lo pienso constantemente. Especialmente ahora que le estoy pegando a los treinta y parece que todo mundo ya se emparejó. Menos yo. Mi cerebro decide señalarme solo a mí, como si fuera la única. Mi soltería ha sido protagonista de tantas conversaciones y de tantos episodios de Desnudas que se ha convertido en un obra de arte. Yo me siento en la banca de mi museo y la veo como si fuera una escultura. Me conmueve. La odio. La amo. La rechazo. La acepto. La trato de mover de lugar para que dejen de verla. Pero esta muy pesada. En fin, está ahí por donde pasa todo mundo porque todavía está cute estar soltera, apenas voy a cumplir 30. No me quiero ver a los 40.


En mi museo hay muchas otras exhibiciones. Hay miles de cuartos adornados del arte que he creado y acumulado a lo largo de mi vida. Esos espacios son visitados por mis seres queridos. Los que celebran mi vida conmigo. Muchas de las piezas son populares. Está la exhibición de la vida que enseño en Instagram. Es bonita y recibo halagos. Esta mi sala intelectual, con todos los libros que he leído y los que quiero escribir. Hay unas llenas de recuerdos de niñez y de una adolescencia extraña y confusa. Hay otros más escondidos donde cuelgo mis inseguridades. No dejo a cualquiera entrar ahí. Es más exclusiva, porque ahí guardo las partes de mi que escondo. Hay muchas obras a medias. Las comparto con las personas que las ven como lo que son: arte. Dejo entrar a los que observan y sienten conmigo.


Pero al final del pasillo hay una puerta que lleva a un cuarto muy oscuro, donde vive mi miedo mas humano. Solo yo puedo verla, nadie más sabe que está ahí. No la promociono como las demás. Nunca entro, porque a pesar de que digo que pienso constantemente en quedarme sola para siempre, nunca realmente me he tratado de imaginar cómo sería. Hago todo lo posible por no entrar. Me entretengo colgando otras piezas en otros cuartos. Pienso que si todo el museo esta en orden, nadie se fijará en esa puerta.


En ese cuarto oscuro están las obras de arte que son más difíciles de ver. Por eso está cerrado con llave esa puerta. Es obscuro porque el miedo a esa frustración es negro. La frustración en sí no es de ese color, es el miedo a sentirme así. De fondo suena Flowers de Miley Cyrus en un loop eterno pero con voz cada vez más ronca, más distorsionada. 


Hay una escultura de una vejez solitaria y triste en un rincón que esculpí en un roca enorme de frustración. Gris y pesada. No dejo que nadie la vea porque los comentarios que me imagino que provocarían duelen. “Era bien buena onda, ¡quién sabe qué pasó que nunca encontró a alguien!” “¡Se debió haber salido de Cabo San Lucas!” "¿Sabes que? Era medio mamona." "Por andar de picky se le fueron los años." "Le dije que no se tatuara porque a los hombres no les gustan las mujeres tatuadas." "Es la mejor tía, se desvive por sus sobrinos porque nunca tuvo hijos." "Pues, fea, fea no era, eh!" “Quien sabe que van a hacer con todas sus plantas y gatos cuando se muera.”  


Están los diplomas de todas las cosas que hice para desquitar la soltería. Todo lo que logré con mi tiempo libre entre ser soltera y ser soltera. Tienen títulos como Maestría en Realizarse Profesionalmente, Doctorado en Cogerse a Medio Mundo, Diplomado en Enfocarse en Si Misma y Sanar Todas Sus Heridas, Curso en No Ser una Amargada.


Fotos de todos los viajes que hice sola por no esperar a tener a alguien que me acompañe. Yo en los Highlands en Escocia. Yo en una tabla de surf en Costa Rica. Yo en Alaska. Yo sonriendo en China. Yo meditando con monjes en la India. Fotos de todos los eventos en los que fui el alma de la fiesta para distraer del hecho de que estaba sentada sola, en la mesa de solteros. Fotos de lanzamientos de los libros que escribí de las historias de amor que nunca viví. 


Un puesto con un jarrón lleno de mis óvulos sin fecundar. Otros con las cenizas de todas las mascotas que me acompañaron a lo largo de mi vida.


En las paredes, murales con las planas de afirmaciones que escribí obsesivamente para atraer el amor. Soy digna de ser amada. Soy suficiente. Yo no persigo, atraigo. Todo lo que es para mi me está buscando. Soy luz, amor y abundancia y perreo sola. Sin apego al resultado. Que así sea, que así sea, que así sea.


Hay una televisión con un video en blanco y negro en el que salgo acostada con los brazos y piernas extendidos, abarcando toda la cama. Me veo tranquila, profundamente dormida pero a los minutos me despierto bruscamente. Asustada, como si despertara de una pesadilla. Los subtítulos son amarillos, dicen “¿Y si duermo sola por el resto de mi vida?” Vuelve a empezar el video.


Por ahí hay un mueble con todos mis trofeos. Los hombres que amé y que no amé y que no me amaron. Ninguno tiene nombre ni apellido. Están bañados de oro pero no brillan. Los no estoy buscando nada serio de mis 20s. Los que desaparecieron. Los casi-algo. Los quizás en otra vida. Los amigos con derechos. Los que me usaron. Los que usé. Y hasta arriba, la instalación más patética de todas. El espacio vacío con el spotlight y el letrero que dice El Indicado.


Las reliquias de lo que dejaron están expuestas con cordones rojos protegiéndolos: Una moto, un trauma, una cámara, un sleeping bag, un ukulele azul, una transportadora para perros, unos aretes de cerámica, una pata de mi cama, un tote bag, más trauma y una velita de cumpleaños. Todos albergando un cachito de mi alma como los horrocruxes de Harry Potter.


Un pergamino con una lista de características que quería que tuviera El Indicado." No es tan larga, ni tan detallada como debería de ser. Tal vez por eso no llegó, debí haber sido más especifica. Sólo dice: que sea amable y honesto. Trabajador y responsable. Sensible. Varonil y fuerte. Romántico, que ame ir a la playa y que me ame a mí.


Hay una mampara con un pizarrón de corcho enorme. Tiene fotos de evidencia de todo le hice a mi cuerpo mente y espíritu para pertenecer en brazos que nunca me quisieron. Como si fuera un crimen a resolver. Y un plan de todo lo que no alcance a hacer, con hilos uniendo frases como “INTENTAR KETO” con una foto de mi abdomen. “SER MENOS INTENSA” como numero uno en una lluvia de ideas sin terminar. Hay fotos de mi cara señalando mis peores ángulos. Fotos de mis muslos y mi celulitis. Listas de mis top 5 defectos y notas de lo que me dice la gente que debo de hacer para conocer a alguien: “Salir más,” check. “Dejar de buscarlo,” check. “Enfocarme en mi misma,” check. “Buscar hobbies nuevos,” check. “Bajar Tinder,” check. “Borrar Tinder,” check. Check, check, check. Al final de la lista está “dejar de idealizar las relaciones” circulado en rojo. Esa no tiene check. Ni es mi letra. Es la letra de Tere.


Llegamos solos a este mundo y solos nos iremos. Pero yo quiero irme sabiendo que lo hice todo, lo viví todo y lo sentí todo. Quiero dejar una familia atrás que me recuerde con tanto amor cuando suena una canción de Juan Gabriel. Quiero ser madre y abuela y suegra. Quiero ser esposa. Quiero ser una viejita en un patio que riega sus plantitas en el amanecer para que no se evapore el agua y tener un maridito que no me dejó dormir con sus ronquidos. Quiero escribir historias de amor basadas en hechos reales, en historias mías. Quiero más, siempre. Quiero a alguien que quiera más conmigo. Aunque no ronque y aunque a mi realmente me cague levantarme temprano. Quiero ese amor aunque no se vea como el de mis papás.


La exposición Entre Obras y Sombras existe en un rincón de mi cabeza y de mi corazón humano. Está patrocinada por las expectativas de lo que debe ser, de como se debe ver el amor y no es para débiles del corazón. Me lo he roto yo solita cada vez que cuelgo un trofeo o una reliquia nueva. Cada que me cuento a mi misma otra triste historia. Le agrego metros cuadrados cada que me creo el discurso de que el amor solo tiene una forma, que tiene que ser romántico y que no lo conozco. Si todo lo que habita en ese cuarto no es más que miedo, entonces ¿en qué cuarto habita el amor?






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1 commento


leslyejupa
08 feb

Me encantó. xoxo Moni, ya no seas tan dura contigo. TQM

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