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Mi drama de ser... ADULTA

Writer's picture: Valeria De LeónValeria De León

A los 4 años lo empecé a decir. Ya no quiero crecer. Y mi mamá me vio cómo bicho raro, y cómo no lo iba a hacer si todas las niñas a mi alrededor no dejaban de repetir “ya quiero ser niña grande” y yo escuchaba y pensaba, que no, que claro que no sabían lo que decían, que cómo que querían ser niñas grandes o peor aún… adultas.


Creo que desde ahí empezó mi trauma. Intenté concentrarme en el momento, disfrutar y jugar, hacer mis tareas, jugar con mis amigas, ir a mis clases, siempre buscando estar ocupada 24/7 y así evitar pensar en el inevitable destino. Intenté. Intensa. Pero la vida siguió y sin darme cuenta ya estaba estudiando universidad, si me preguntan se me hace una falta de respeto escoger tu “destino” a los 17.


Pero bueno, crecí y me convertí en esta versión de 24 años de Valeria. No se que pensaría esa Valeria de 4 años de mi ahora, no sé si nos llevaríamos bien, no sé si esa Valeria estaría orgullosa, y tampoco sé si esta Valeria nos tendría la paciencia que una niña rara de 4 años requiere.


Y así como no sé nada de eso, tampoco sé ser adulta. No sé. Nadie te enseña a serlo, me enseñaron a sumar, restar y multiplicar fracciones, algo que jamás he tenido que usar en lo que llevo de “vida adulta”. Así, entre comillas.


Es peor que andar en bici, cuando aprendes a andar en bici, te caes, te levantas, te caes, te raspas, te curas y sigues. Cuando eres adulta, te caes y no hay nadie que te garantice que te vas a levantar. Bueno, los libros de autoayuda y las frases motivacionales en insta y tus amigos, y tus papás. Ok. Todo mundo dice que sí te puedes levantar, pero a ratos no parece.


Veo a todos funcionando, a esos que son más adultos que yo y me quedo pensando… ¿Cómo le hacen? Y a lo mejor ellos se siguen preguntando a sí mismos, ¿Cómo le hago?... pero tampoco puedo saber lo que otros piensan.


Trabajo, juntas, conferencias, reservaciones, entregas, aprobaciones, impuestos, SAT, comisión, pagos, reembolsos, préstamos, créditos, historial crediticio, lavandería, detergente, comida, súper, responsabilidad, madurez, estabilidad, estrés, ansiedad.


De repente estas son las palabras que me escucho diciendo casualmente en conversaciones con mis amigas. Esas amigas que en algún momento también fueron niñas, algunas que crecieron conmigo y otras que me cayeron del cielo en el camino.


Son muchas las decisiones que nos vemos obligadas a hacer en el trayecto, qué estudiar, con quién estar, dónde vivir, en qué trabajar, nuestra vida, son muchas decisiones, todo el tiempo, todos los días. Y las decisiones cada vez se ponen más difíciles y más definitivas.


Y cada vuelta te puede llevar a un lugar completamente diferente... Y no hay forma de saber si vas bien o si vas mal. Sólo el instinto, que intentamos y buscamos tener bien calibrado.


Hay que rodearnos de las personas que nos mejoren el camino, vivir las experiencias que nos diviertan las anécdotas, tomar las decisiones que nos den miedo y paz, las dos al mismo tiempo, y poner nuestra infancia en primer lugar. Bueno, eso necesito hacer yo.


La verdad ahí voy en eso de hacer el papel de adulta, me sigo sintiendo cómo esa niña de 4 años. Sigo sin querer crecer y todo el proceso de hacerlo a ratos me parece bastante complicado y en otros me siento lista para conquistar el mundo, en especial después de escuchar a Beyoncé.


Me han dicho que es normal… Los primeros 40 años de la infancia, son los más difíciles.


Pícale aquí para una sorpre.




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